La reinstalación de los 90 es la idea que el sistema
alienta y alimenta a partir del conflicto que con las entidades agropecuarias
con cierta dosis de antagonismo consiguieran instalar a mediados del 2008 en
adelante y cuyo slogan político publicitario se sintetiza en la consigna Final
de Ciclo.
Aquél estilo de confrontación se fue adecuando y
actualizando según los conflictos con mayor o menor intensidad desde diversos
ámbitos y es la táctica que han concebido para tratar de desgastar, primero, y
equilibrar después, las fuerzas electorales perdidosas hasta el momento y
conseguir de esa manera abortar el proceso nacido en el 2003.
La expectativa de máxima por parte del sector
oligárquico-corporativo-liberal e, sin dudas, hoy ya decantado conseguir a
través de Maurizio Macri el triunfo electoral primero y el agotamiento del
modelo Kirchnerista a continuación.
El sistema ha logrado cumplir su objetivo central,
instalar “socialmente” la idea de final de ciclo. En contrapartida los
referentes válidos del kirchnerismo asumen la confrontación político electoral
con el objetivo de la consolidación del modelo. LA POLARIZACIÓN ES EL RESULTADO
LÓGICO Y NATURAL DE LA CONTROVERSIA.
Creemos que a pesar de ser en principio válido
plantear la contradicción principal de la etapa como: CONSOLIDACIÓN ≠ FINAL DE
CICLO no habrá un desenlace poselectoral que sintetice en esa magnitud la
contradicción planteada. Cualquiera fuere el resultado electoral no significará
ni la desaparición política de una de las dos fuerzas ni habrá en ninguno de
los dos sentidos un “blanco o negro”.
Esta es una primera conclusión tan básica como de
evidente objetividad producto de entender e interpretar que el grado de
correlación de fuerzas, si algo garantiza en la actual coyuntura, es un
equilibrio manifiesto con un dominante electoral moderado a favor de los
intereses populares y el gobierno Kirchnerista que lo impulsa, y en parte,
contiene. Y un dominante estructural a favor del sistema.
Pero, así como resulta obvia y objetiva la
caracterización precedente también debe entenderse que es el proceso
Kirchnerista el que tiene mucho más para perder en caso de una derrota
electoral. Porque, en realidad, será como se ha escuchado decir tanto a la
presidenta como a alguno de los referentes/dirigentes comprometidos con el modelo:
“… NO VIENEN POR UNA BATALLA ELECTORAL; VIENEN POR LA RECONSTRUCCIÓN DE SU
HEGEMONÍA QUE ESTA ADMINISTRACIÓN DE GOBIERNO HA SABIDO – Y CONSEGUIDO-
DISPUTAR…”. Este objetivo de reconquista implica la desarticulación, parcial y
total o sea gradualmente, del modelo kirchnerista y sus logros
El peronismo conoce a través de la (su) historia
cuál es el accionar revanchista e impiadoso de estos sectores que, tanto en
democracia, cuando han conseguido un mínimo oxígeno institucional pseudo
electoral o en las dictaduras, que han sabido generar, producen o intentan
producir un nuevo retroceso y desamparo social en los intereses de nuestra
nación y nuestro pueblo.
La próxima disputa electoral es una batalla
vinculada – y vinculante- a un proceso de confrontación integral que reconoce,
por supuesto, lo imperioso de un triunfo popular en la contienda, porque
permitiría GARANTIZAR la continuidad de GOBIERNO y avanzar en general en el
sentido político ideológico desarrollado desde el inicio de la gestión.
GARANTIZAR Y GOBIERNO son el binomio de combinación
política capaz de instrumentar los mecanismos (metodología) que conduzcan a la
CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA (esto que llamamos etapa superior).
La etapa histórica iniciada en el 2003 – y su
acumulación hasta la actualidad- la entendemos de TRANSICIÓN entre el período
del dominante campo oligárquico liberal que, desde 1974 y hasta el 19/20 de
diciembre de 2001, lograra imponer su proyecto. Diciembre de 2001 es el momento
que sintetiza la decadencia extrema del sistema y el punto límite de
desintegración social y quiebre doctrinario del estadio sub cultural impuesto
por el neoliberalismo.
Esta caracterización conduce a interpretar y
considerar como será el probable escenario político electoral de octubre y sus
consecuencias. Por lo tanto la
coronación de la presente etapa de TRANSICIÓN solo puede darse en la definición
político ideológica de la representación y candidatura presidencial que emerja
del Kirchnerismo.
Siendo consecuentes con la “polarización” político
electoral planteada debemos concluir que solo es posible lo que describimos a
continuación:
I DE CONSOLIDACIÓN (PERONISTA KIRCHNERISTA)
II DE REINSTALACIÓN NOVENTISTA (MACRISMO), o
III DE CLAUDICACIÓN SCIOLISTA (PARCIAL O TOTAL)
No hay duda que es esta última variante la que
reconoce más necesidad de argumentación y desarrollo en el análisis. Esta
consideración surge de entender que tanto RANDAZZO como MACRI representan y
sintetizan de “común acuerdo” la enemistad manifiesta y la irreconciliable
perspectiva que ambos liderazgos personales expresan como referentes políticos
de los dos proyectos antagónicos de país en pugna.
Los componentes sociales y definiciones ideológicas
de dichos proyectos confrontan históricamente desde hace 200 años.
Lo antedicho parte del presupuesto central de
entender al campo nacional y popular como un emergente constante en la disputa
por el poder que el campo oligárquico liberal ha sabido monopolizar e imponer
como proyecto doctrinario de vida durante mucho tiempo y con mayor preeminencia.
Hecha esta salvedad parece oportuno esbozar una
primera aproximación inmersa en la, aparente, contradicción secundaria que en
la interna del oficialismo representan FLORENCIO RANDAZZO por un lado y DANIEL
SCIOLI por el otro. Resulta necesario dilucidar si realmente la contradicción
secundaria es de tal rango o, en todo caso, si es mucho más aparente y
encierra, por lo tanto, una magnitud real mayor a esa apariencia.
Dijimos anteriormente “una primera aproximación” que
se expresa en estos términos:
1-
Tal
como la conducción Kirchnerista lo concibiera – y tácticamente lo coordinara –
el escenario de precandidatos del FPV ha decantado en un estadio de
confrontación y oposición interna de magnitud superior a la de la simple
disputa de referencia político-personal;
2-
La
polarización en la interna del FPV además de mostrar la característica
confrontativa del método del gobierno para saldar los distintos antagonismos
(internos y externos) en general, pone en evidencia que para el peronismo
Kirchnerista se ha profundizado LA INCOMPATIBILIDAD IDEOLÓGICA ENTRE EL MODELO
QUE EL KIRCHNERISMO INTENTA SOSTENER – Y CONSOLIDAR EN LA FUTURA ETAPA DE
GOBIERNO – CON EL PENSAMIENTO Y ACCIÓN DEL GOBERNADOR DANIEL SCIOLI; y
3-
Por
lo tanto resulta imprescindible – estratégico- “para ir por más” alinear y
cohesionar ya la estructura propia para, de esta manera, frente a la primera
“oposición” interna imponer una derrota política importante a los intereses que
DANIEL SCIOLI representa.
LOS
PRECANDIDATOS Y EL MODELO
La
hilera de precandidatos representativos del Kirchnerismo alentó sus
expectativas político-presidenciales desde un posicionamiento discursivo casi
homogéneo y coincidente en el análisis tanto de la etapa desarrollada como de
la visión de futuro. Esa homogeneidad discursiva tanto de pensamiento como de
acción futura, más allá de los matices propios inherentes a cada uno de ellos,
resultó el primer indicador del modelo de “construcción colectiva” que el
Kirchnerismo – no sin falencias y debilidades- ha tratado de producir desde el
inicio de su gestión. De modo similar en sus exposiciones desalentó desde el
renunciamiento colectivo también aquellas expectativas personales para darle
curso a un encolumnamiento orgánico detrás de la representación de Florencio
Randazzo.
No
es materia de este análisis de coyuntura político electoral desentrañar o
esbozar cuál ha sido, a nuestro entender, el logro cuantitativo y cualitativo
que en el sentido de “construcción colectiva” el modelo kirchnerista ha logrado
durante la etapa.
Durante
estos 12 años de gestión la convivencia entre el Kirchnerismo Peronista
(nacional y popular) y las corporaciones empresariales (liberalismo –
mercantilista) solo ha sido posible producto del grado secundario de la
confrontación que, aún en las situaciones de mayor virulencia, consiguió ser
controlado por el gobierno garantizando la continuidad del modelo y canalizando
la orientación del conflicto en un desenlace que estableciera un puente de identidad entre los intereses en
disputa y la masa social a la cual habrían de ir dirigidos los beneficios
resultantes de dicho conflicto.
EL
ESTADO Y EL MODELO
La
representación de intereses tanto culturales como económicos de una determinada
clase social, es en democracia, función de la gestión de gobierno. La
orientación de dicha gestión es producto de la concepción ideológica primero y
la decisión política después, el ámbito de decisiones y el órgano central es el
estado y todas sus estructuras.
Lo
paradójico de esta cuestión “democrática” del Estado es que según quien lo
oriente la gestión puede ser tanto nacional y popular como oligárquico
corporativa. Por eso en los 90 planteábamos la necesidad de “acumular poder
popular” para pasar de una democracia formal y electoralista a una popular y
representativa. De esto surge que la contradicción DEMOCRACIA ≠ CORPORACIONES
no reconoce equivalencia ni sostén ideológico doctrinario y no se compadece con
la realidad que sintetiza intereses contrapuestos.
Por
lo tanto el hecho de intentar consolidar este modelo y la orientación implica
en sí mismo agudizar la confrontación y la acumulación de poder popular
(empoderamiento).
¿Cómo
será posible “consolidar”, en el futuro sin la base sólida de la definición y
enunciado de una “ETAPA SUPERIOR”? ¿Y si esa ETAPA SUPERIOR es la estrategia
para “CONSOLIDAR” en el futuro: ¿Qué proyecto y qué liderazgo garantizará tal
objetivo? Más concretamente, si la imposición cultural en la etapa democrática
superior que viene depende de la construcción ideológica (colectiva y popular)
y preguntamos ¿Qué referente de probada doctrina y compromiso asumirá la
responsabilidad política de profundizar y garantizar la consolidación del
proyecto nacional y popular?
LO
QUE ESTÁ EN DISPUTA EN LA PROXIMA ELECCIÓN PRESIDENCIAL ES LA IDENTIDAD
IDEOLÓGICA Y REPRESENTACIÓN DE INTERESES DE LA FUTURA ETAPA DE GOBIERNO.
El
sistema ha hecho conocer a través de su menú electoral quienes en mayor o menor
medida, son los referentes que representan sus intereses. Macri, Scioli, Massa
son las referencias políticas que ha intentado instalar mediáticamente desde mediados
del 2014 hasta la fecha. En ese orden y prioridad habiendo evaluado la
situación actual la corporación ha resuelto desalentar definitivamente a Massa,
subordinándolo a secundar a Macri y “convencer a la opinión pública” que la
disputa electoral de octubre es con Scioli. Ese resultaría obviamente el
escenario ideal que provocaría la primer derrota al modelo kirchnerista.
El
Kirchnerismo ha manejado sus propios tiempos con paciencia – para algunos
sectores internos en extremo – y ha considerado oportuno mantener a su tropa sin
manifestarse. En esto último creemos que hay un “oportunismo” divergente entre
algunas agrupaciones del FPV y la intencionalidad de la conducción. El gobierno
no ha permitido, con buen criterio y decisión, que los medios de información
(actores económicos interesados junto a la corporación opositora) le impongan
la agenda y el tiempo político electoral.
Dolorosamente
para los intereses de los grupos concentrados de las corporaciones monopólicas
u oligopólicas y el bloque político – mediático que sustenta “en público
“su proyecto de exclusividad sectorial de clase, la administración de gobierno no ha claudicado en su intento de reivindicación y reconocimiento social “de la masa”.
“su proyecto de exclusividad sectorial de clase, la administración de gobierno no ha claudicado en su intento de reivindicación y reconocimiento social “de la masa”.
DURANTE
ESTA ETAPA EL SISTEMA NO HA CONSEGUIDO DISCIPLINAR AL MODELO IMPULSADO POR EL
KIRCHNERISMO.
Esta
apreciación conduce a considerar que debe interpretarse en el análisis que los
resultados electorales favorables al Kirchnerismo que han legitimado su
conducción de gobierno han sido función de las decisiones político ideológicas
que tanto fronteras hacia adentro como en el universo geopolítico internacional
ha tomado con coherencia y responsabilidad.
Ninguna
otra fuerza política en los últimos cuarenta años ha sido capaz de saber
implementar e instrumentar tanto cadena de valores de re significación
institucional y dignificación social como a sí mismo responder y complementarse
adecuada - y tácticamente - a las condiciones desfavorables que en sentido
opuesto el sistema intentó generar continuamente como método de confrontación -
y barrera - social, desgaste político y degradación y destitución
institucional.
El
Kirchnerismo ha logrado encauzar demandas sociales dispersas pre existentes a
su gestión y también, cuantitativa y cualitativamente, hacer crecer la
conciencia político social y profundizar el debate ideológico en los diferentes
sectores.
Esto
solo, de por sí, ha generado un avance en las condiciones objetivas del
desarrollo histórico y alienta a quienes intentan representar los intereses de
la clase trabajadora y el pueblo a avanzar en el sentido de esta construcción,
intentando mejorar el modelo de acumulación desarrollado por esta experiencia
política.
Sobre
este logro no puede haber, tanto para la mayoría de la sociedad como para el
proyecto de país que se intenta construir, otro vaso comunicante en la actual
etapa, más válido que el Kirchnerismo. Resignar ese cuadro de situación
significará, entonces, imponerle al
desarrollo logrado un retroceso cuyas implicancias y magnitud no podrá ser calificado,
y cuantificado, hasta que la derecha, corporativamente opositora, con Macri
(por convicción) o con Scioli (por necesaria claudicación) imponga y restituya
su proyecto ideológico.
Cuanto
más a la derecha consiga la estructura todavía dominante del sistema, llevar al
conjunto del electorado a través de la oferta de sus candidatos presidenciales,
más a la derecha estará la futura disputa ideológica y la consiguiente
administración de gobierno.
La
confrontación de los dos modelos antagonizará, al punto que el único que puede
ser derrotado es el peronismo kirchnerista, por cuanto en caso que Macri pierda
las elecciones tanto él como el sistema tienen sobrevida garantizada. Debido a
que su núcleo dominante, es decir su poder y su nudo de relaciones económico
financieras y la interdependencia de todos sus ámbitos
socio-político-culturales-laborales no desaparecerán en la etapa siguiente, ya
que eso solo se reconoce como parte de un proyecto aun superior.
Para
el gobierno y los intereses sociales populares el triunfo electoral será una
gran batalla en caso de ganar, pero resultará en una derrota incalculable en
caso de perder. Para el sistema la derrota de octubre representará un traspié
electoral de mayor magnitud a los anteriores resultados pero no mellará su
poderío ya que su estructura solo se resiente con el crecimiento de la toma de
conciencia por parte del conjunto de la sociedad. Por lo tanto la polarización
que, desde afuera, se ha planteado se dirime desde adentro. Habrá final de
ciclo sea Macri o Scioli el elegido. La única chance de sobrevida y futuro que
el kirchnerismo tiene está en el triunfo electoral de su referente.
LA
LEGITIMIDAD Y EL MODELO
De
aquí es que surge la primera conclusión pre electoral en cuanto a la definición
interna del Kirchnerismo.
Si
el Kirchnerismo ha sabido sistematizar el antagonismo como método de
confrontación político social con la derecha, con buenos resultados y en todos
los ámbitos de debate, y la derecha ya ha conseguido consensuar e imponer su
candidato electoral; genuino por extracción de clase y por probada
administración institucional en su rol de jefe de estado y gerente empresarial
capitalista ¿Por qué debería UN
SECTOR DEL KIRCHNERISMO PLANTEARSE INTERNAMENTE UNA OPCIÓN PRESIDENCIAL POR
DERECHA QUE INTENTE COMPETIR CON MACRI?
En
realidad lo que debemos interpretar y asumir es que existe en el Kirchnerismo y
su amplio espectro de composición y adhesión algunos espacios (¿mínimos?) que
mantienen y tributan a una práctica política interesada. El Kirchnerismo más
puro no ha sabido/querido/podido desmontar esta práctica y cuya concepción de
la política pasa en esta- oportunidad- por tratar de conservar a cualquier precio
lo que han sabido conseguir, reclutar, captar o cooptar en lo personal y, en el
mejor de los casos, en lo mínimamente colectivo a través de la bandera de
alguna agrupación y haciendo publicidad político - mediática para garantizarse
a futuro una cuota de poder que asegure su continuidad en algún lugar de la
política institucional.
Ahora
bien, ¿necesita el sistema o le conviene otro candidato por derecha? No lo
necesita; PERO LE CONVIENE. Reiteramos, cuanto más a la derecha se posicione la
oferta electoral, más corto será el desarrollo para re instalar el proyecto
noventista.
Si
el Kirchnerismo, en su amplia mayoría social, suscribe la plataforma de
gobierno gestionadora de reivindicaciones sociales, populares y lograda de
manera evidente durante doce años en el ámbito nacional, y sustenta con su
apoyo y compromiso la base electoral del 30/35% cautivo del modelo
Peronista/Kirchnerista ¿Dónde, porque y con qué se ha dado origen a la
“legitimación” de Daniel Scioli para la máxima aspiración institucional?
La
legalidad institucional es ampliamente garantista y de extrema amplitud
democrática para que no exista ningún tipo de limitación o coerción
reglamentaria que impidan a cualquier aspirante interesado presentarse como
candidato a cualquier responsabilidad político institucional a través de un
acto electoral. Este marco regulatorio y reglamentario muestra la letra y el
espíritu de legalidad formal que la legislación brinda y garantiza.
Sin
embargo no es el marco regulatorio y reglamentario de la ley el que “legitima”
y le da “validez” a las aspiraciones de un dirigente. Ni siquiera es esa misma
categoría dirigencial la que habilita una expectativa político institucional.
La “legitimación” no debiera ser nunca fruto de la sostenida ambición personal.
La “legitimidad” la da (o la quita) la (in) acción y gestión político
institucional. La degradación extrema de la vocación y actividad política llegó
también de manos de los 90. Adecuar las formas es mucho más fácil y ligero que
recomponer el fondo.
Hasta
la actualidad ninguna fuerza política ha conseguido sustraerse por completo a
la descomposición doctrinaria y contaminación ideológica que el fenómeno de la
banalización farandulera produjera hace ya veinte años.
El
Peronismo Kirchnerista reconoce este vicio en muchos de sus aspirantes.
CARACTERIZACIÓN
DE DANIEL SCIOLI
Daniel
Scioli es un emergente del período de máxima degradación de la actividad y
representación política de los años 90, conocido como “menemato”, y cuyo
objetivo principal fue complementar en democracia el integral saqueo
institucional que la dictadura del 76 al 83 impuso a través del terrorismo de
estado. Los 90, también conocidos como “segunda década infame” (perversamente mejorada) produjeron una
devastación social como no registrara ningún período anterior en la historia
política nacional.
Algunas
de las secuelas del menemismo aún sobreviven con mayor o menor intensidad y
suelen recobrar esporádicos alientos en los distintos ámbitos de la vida
política y social a favor de los miserables intereses que trata de instalar algún
sector afín a esta concepción fraudulenta impostora y antinacional.
Dos
recordatorios significativos pueden resultar válidos para intentar sintetizar
la subcultura impuesta durante el período de los 90. Primero el descarnado e
impune sinceramiento de Carlos Menem al confesar “… si hubiera dicho lo que iba
a hacer no me votaba nadie…” y, segundo, el gran logro social sintetizador de
los intereses de dos clases históricamente irreconciliables “PIZZA CON CHAMPÁN”
que apareció como eslogan publicitario de la coronación de aquella etapa: ¿y
que sintetizaba? La rancia complicidad de intereses de un gobierno corrupto sin
la mínima integridad moral asociado a las corporaciones que representaban – y representan
antes como ahora – la patria contratista y privatizadora. Amplios sectores de
la sociedad suscribieron el modelo del derrame y fueron cautivados por la
escenografía mediática montada e implementada por los grandes medios a través
de las mismas voces periodísticas, como en la actualidad, formadores de opinión
y exponentes cotidianos del proyecto neoliberal.
De
esa etapa dolorosa, trágica e inmoral junto a Palito Ortega, Carlos Reuteman y
otros personajes del sector farandulero, de esa categoría de política chatarra
es un emergente Daniel Scioli.
En
ese enroque ideológico, populista-liberal, su participación social e
integración no puede ser disimulada. Su
rol de complicidad fue de animado acompañamiento y su objetivo determinante en
aquel momento “la absorción metodológica” y la orientación a futuro de cómo y
con quién canalizar sus aspiraciones, las que crecieron y se desarrollaron – y
conservan vigencia a través de la impronta menemista.
Empresario,
tal como Macri, pero en este caso vinculado a la comercialización en gran
escala de artículos para el hogar, exponente deportivo de la náutica, impulsó
desde su actividad (tal como Macri desde el fútbol) la plataforma de
lanzamiento que lo “popularizara” en su actividad futura. Su responsabilidad
institucional en tándem con Néstor Kirchner resultó menos sorprendente que el
triunfo electoral de la fórmula que, aun con un magro 22%, asumiera la
conducción de gobierno el 25 de Mayo de 2003.
La
convivencia político institucional entre la conducción estratégica del modelo
(es decir tanto la mesa chica como el riñón kirchnerista) y Daniel Scioli no
habría de superar nunca la relación de formalidad en función de la necesidad
mutua de acuerdos políticos que en la medida que Scioli se asumiera subalterno de
métodos y acciones le permitirían sobrevivir en un lugar del espacio político
del incipiente entramado y desarrollo que Néstor Kirchner comenzaba a
articular. En su rol vice presidencial entendió Scioli que era donde
encontraría contención institucional y entendió también que en caso de
incentivar la disputa con el kirchnerismo (principalmente con la figura de
Néstor Kirchner) habría de resultar en el corto plazo un cadáver político. El
rol de vicepresidente, cargo pasivo por naturaleza, le daba al menos una
categoría de reconocimiento presidiendo la cámara alta.
Su
disputa político personal con Kirchner, en función de su ambición presidencial,
reconoce un quiebre definitivo en el 2007 cuando la conducción kirchnerista
resuelve con buen criterio “jugar” la referencia institucional ya probada de
evidente experiencia, desarrollo, compromiso y madurez militante personal de
Cristina Fernández y destinar a Scioli a provincia de Buenos Aires.
Scioli
creía, y consideraba, que su antecedente de poder residual menemista/duhaldista
le daba margen y su pasiva espera después de cuatro años, lo habilitaban a la
expectativa presidencial. La consideración personal del ex vicepresidente solo
reconocía el argumento propio ya que ningún valor ni mérito lo hacían merecedor
de tamaña expectativa en la máxima jerarquía política. La mirada retrospectiva
pudo haberlo hecho pensar que, existiendo en el pasado inmediato anterior
quienes con pocos méritos como él habían conseguido ejercer, casi
graciosamente, la máxima magistratura de gobierno, nada lo inhabilitaba.
No
deja de ser cierto que en la sonámbula sociedad de los años 2000 la crisis de
representación de valores y liderazgos de las estructuras partidarias produjo
un desasosiego y vaciamiento político institucional que ninguna fuerza o
expresión pudo sintetizar generando una salida o respuesta que representara los
intereses soberanos de país y de nación. De ese contexto extraía Daniel Scioli
su especulación presidencial
Pero
en el 2007 la coyuntura había cambiado y el país tambaleante, cadavérico y
desarticulado intestinamente, próximo a la desintegración se reconocía y se
reivindicaba contenido en una mirada “miope”, superadora que se había
desarrollado inesperadamente, qué duda cabe de esto último, a partir de la
decisión político-ideológica de un liderazgo personal carismático y
comprometido con las raíces más profundas y válidas de la historia nacional.
El
kirchnerismo albergó a Scioli en el territorio más importante del país, tal vez
especulando con el dato estadístico que todavía nadie desde ese lugar
preponderante ha llegado a presidir los destinos de la nación. Por alguna razón
de sensibilidad personal fue Néstor Kirchner quién en realidad pudo haber
propuesto a otro referente del kirchnerismo puro o no, ya que quién traccionaba
los votos en esta elección era la figura de Cristina Fernández que el consenso social
previo ponía ya en situación de coronación presidencial.
El
período de gobernación provincial es el que más ha mostrado la esencia de lo
que Scioli representa. Cada vez más alejado de la “sintonía fina” kirchnerista
su posicionamiento está mucho más inducido mediáticamente por las corporaciones
que como fruto de su actitud y resultados de su acción de gestión social.
Esa
mimetización de Scioli definida por su entorno y lograda a través de la
estructura mediática de los mismos medios que alientan y sostienen la figura de
Mauricio Macri, reconoce además un análisis de sus propias manifestaciones y
exposiciones de sus supuestos asesores y/o colaboradores actuales.
En
cuanto a lo propio a partir de los errores de exposición pública cometidos
principalmente durante el último verano, ha ido “oportunistamente” tratando de reubicarse
en un plano discursivo afín a las posiciones doctrinarias filo kirchneristas
peronistas, lo cual como se viera en el reciente acto de la capital Tucumana no
consigue expresar ni tampoco consigue crear el clima de campaña proselitista
que lo ubique de manera definitiva y carismática en su pretendido rol.
Parecería que el auto reconocimiento de fraude discursivo-intelectual le
provoca inconscientemente el recuerdo de su mentor: “… si decía la verdá…”, sumado
a la propia incapacidad de articular ideas y transmitirlas con autoridad y
convencimiento. Doctrinariamente Scioli carece de formación política (al igual
que Macri) sin embargo podría suponerse que tantos años al lado del modelo lo
habrían hecho ensayar una práctica e imagen política capaz de producir el
mínimo enamoramiento. ¡No hay tal cosa! Scioli coherente y consecuente con su
verdadera representación de intereses, habla y se instala con la misma
precariedad que Maurizio Macri porque en realidad aunque diga algo consecuente
con el peronismo él le está hablando al estrato social que interiormente
representa y por lo tanto le resulta imposible producir una figura popular que
emocione.
En
esto Macri le saca ventaja porque la naturaleza de su discurso es absolutamente
genuina y consecuente con sus intereses ideológicos. El no tener que disimular
le genera la autenticidad que Scioli no ha logrado y que, por extensión, lo
pone en evidencia.
Sus
asesores políticos, y de imagen, no han hecho un buen trabajo doctrinario y
corporal. Tampoco lo han hecho con la señora Karina Rabolini a quién con el
indisimulado objetivo de emparentar el rol con Evita han “ubicado socialmente”
como presidenta de la Fundación del Banco Provincia.
La
Fundación Eva Perón, que remite necesariamente a la comparación que
inescrupulosamente intenta montar Scioli y sus obsecuentes, llevó ese nombre
porque llegó para reemplazar, primero, a la Sociedad de Beneficencia (rural y
oligárquica) y, segundo, a constituir seriamente una herramienta de reparación
social verdadera y no artificial.
Eva
Perón no fue “Evita” por ser primera dama, algo que en realidad nunca le
importó, sino que, al contrario, su tarea cotidiana, cargada de sensibilidad
extrema excedió los marcos de la fundación misma para invadir todos los
recovecos sociales donde hubiera una necesidad.
El
entorno sciolista ofende y subestima la memoria colectiva y la conciencia
histórica del peronismo, tratando de argumentar que resulta un infundio el
intento de asociar a Rabolini con Evita. Lo que es un infundio es que crean
posible no detectar tal grado de desagradable oportunismo o que la decisión no
tenía esa intencionalidad comparativa.
ALGUNAS
DE LAS REFERENCIAS POLÍTICO INSTITUCIONALES
QUE
SE “JUEGAN” POR DANIEL SCIOLI
En
su recaudación proselitista Scioli ya ha conseguido que algunos referentes se
manifestaran abiertamente en su apoyo.
La
CGT ha sido, además de su rol específico, históricamente un ámbito de
convivencia político ideológico de reducido espectro donde las decisiones y
resoluciones “doctrinarias” de sus congresos sintetizaron siempre la voz de la
derecha del movimiento. Exactamente lo mismo puede decirse, y verse, con
respecto al PJ. Ambas expresiones partidarias han tenido entre sí y, desde
siempre más coincidencias que diferencias, por eso más allá de su significativa
influencia tanto los dirigentes de una herramienta (sindical) como la otra
(política) no han conseguido nunca deshacerse de la reconocida caracterización
y categorización de “burócratas” que desde mediados de los años 60 y hasta la
actualidad han conseguido “conservar” como resultado de sus compromisos y de
sus luchas.
Resulta
necesario hacer una salvedad para que la caracterización descripta se reconozca
como regla y muestre su excepción, al menos en los últimos treinta años. En
este tipo de generalizaciones puede parecer un atrevimiento desconsiderado una
apreciación tan rígida y severa. Es cierto, pero tiene su intencionalidad ¿Cuál
es?, fijar precisamente el lugar diferenciado que, entre tantos complacientes y
burócratas, merece a nuestro entender Saúl Ubaldini. Un liderazgo sindical
absolutamente respetable, aún en las marcadas diferencias que con él pudieron
existir. En este contexto y, hecha la salvedad, algunos voceros sindicales han
fijado su lugar de preferencia. Tal es el caso de Antonio Caló que,
públicamente, manifestara su adhesión personal a la candidatura de Daniel
Scioli.
Otro
vocero prefirió el anonimato para “sindicalizar” su apoyo al gobernador; pero
lo hizo de una manera mucho más coincidente y concordante con el espíritu del
“reducido espectro” a que hiciéramos referencia. Mostramos el globo de ensayo
lanzado para que muchos miren para arriba y que con intensión presunta alguien
hace poco tiempo inventó-testeó-jugó con la idea conciliadora de la fórmula
Scioli-Kicillof. La reacción inmediata de un dirigente carente de paciencia y
sosiego político puso en evidencia la auténtica visión que del kirchnerismo
tienen algunos de los anónimos voceros cegetistas: “… esa fórmula es imposible
porque… Kicillof no es peronista…”.
Parece que Scioli sí.
Además
de prehistórica y macartista la descarnada transparencia pone en evidencia el
“excluyente” posicionamiento de fe doctrinaria con que se manifiestan algunos
dirigentes de la entidad cegetista que dicen representar los intereses de los
trabajadores.
Algunos
compañeros de la estructura sindical no se andan con chiquitas a la hora del
“peronómetro”.
En
esta misma línea de “identidad” se expidió públicamente, el actualmente
recuperado de crisis político existencial, Martín Insaurralde. El intendente de
Lomas de Zamora después del extravío que algún accidente le ocasionara que lo
hizo creer que Massa aún estaba dentro de FPV y se aproximara a él para
construir sus propias aspiraciones en la máxima de la provincia, consiguió
reubicarse y, a través de una rápida acción con el terapeuta indicado, pudo
recomponer la línea y autorizarse a considerar desde su demostrado compromiso
coherente y consecuente, opinar: “… Daniel Scioli es el presidente que necesita
el país para la etapa que viene. Que no es empezar todo de nuevo. Quiero que
los argentinos votemos a favor”.
Sintetizada
la línea de adhesión política y la visión de acción social como peronistas
nosotros sabemos que lo político engendra lo económico por eso el final está
asignado a esa materia. Previo a precisar la idea económica que, como parte del
modelo sciolista esbozara uno de sus asesores en la materia, es válido
considerar una cuestión de accesible constatación.
Tanto
Maurizio Macri, como jefe de gobierno de la ciudad autónoma, y Daniel Scioli
como gobernador de la provincia de Buenos Aires, han debido enfrentar como
responsables de sus respectivos distritos, similar cantidad y calidad de
conflictos en diversas áreas donde las exigencias y los planteos
reivindicativos guardaban una marcada similitud. Áreas como la educación y la
salud han estado en la vanguardia de las constantes demandas sociales y
laborales que, a lo largo de ambas gestiones y de manera sistemática y
reiterada, han aflorado y afectado continuamente las relaciones entre la
gestión y la base social interesada. Producto de la incompatibilidad entre la
acción demandante y la tozuda insensibilidad de la gestión, esas áreas muestran,
de manera evidente, como otras en escala similar, el poco interés y la escasa
preocupación que tanto en la educación pública como hacia la salud pública han
tenido y tienen ambas gestiones. Un dato
no menor que los caracterizó coincidentemente: la empatía resolutiva de los
conflictos por parte de ambos mandatarios guarda una estrecha relación y
marcada coincidencia.
En
cuanto a lo estrictamente económico, dice Scioli a través de Mario Blejer
(asesor económico del señor gobernador): 1°) (debemos) “… volver al FMI”; 2°)
“… hay que ir buscando la posibilidad de algún sustituto para hacer el impuesto
más racional…” (referido a la soja y las retenciones), y 3°) “… negociar con
los buitres…”.
Si
esta administración pudiera sintetizar estos 12 años de gobierno en una decena
de emblemáticas palabras seguramente FMI, SOJA (RETENCIONES)Y BUITRES figurarían,
sin duda, en el encabezamiento de esa tabla de valores simbólicos. El gobierno,
y el pueblo que suscribe su proyecto, conocen las consecuencias que ocultan el
anuncio económico de Scioli.
Scioli
es al FMI y a los buitres exactamente lo mismo que Maurizio Macri.
SÍNTESIS
Y CONCLUSIÓN: DOS MODELOS DE PAÍS
Si
la disputa en las PASO pudo haber sido:
Uribarri
≠ Scioli
Taiana
≠ Scioli
A.
Rossi ≠ Scioli
A.
Fernández ≠ Scioli
Etc.
Etc. ≠ Scioli
Y
tal como es Randazzo ≠ Scioli se desprende que en todas y cada una de las
imaginarias (y posibles) confrontaciones planteadas, los mencionados en primer
término son referentes consecuentes y comprometidos de “PROBADO KIRCHNERISMO”.
Quienes además de historia personal e identidad peronista han mostrado “la
cuota de humildad” para encolumnarse “colectivamente” detrás de otro
compañero-candidato kirchnerista que puede sintetizar mejor, o no, el discurso
proselitista de campaña, pero de lo que no hay duda es que expresará el mensaje
político discursivo con las mismas convicciones que pondrá en práctica en la
próxima administración de gobierno.
El
encolumnamiento de los precandidatos kirchneristas fue referencia individual,
primero, y luego expresión colectiva sintetizada hoy en Florencio Randazzo.
Esta línea de pensamiento y acción futura es compatible con el modelo que,
durante doce años de gestión kirchnerista, no se dejó doblegar por el poder
corporativo y sus aliados.
Ese
“encolumnamiento” colectivo detrás de otro referente kirchnerista es expresión
colectiva de un modelo colectivo que contiene expectativas colectivas y cuyo
objetivo estratégico colectivo es convertir al modelo colectivo en PROYECTO
COLECTIVO POPULAR DOMINANTE en la próxima etapa de gobierno.
Por
esta definición estratégica es que, tanto hacia adentro del FPV, como hacia
afuera de la administración y etapa kirchnerista-peronista conviven dos modelos
de país que confrontarán en las PASO primero y luego en las elecciones
definitivas de Octubre.
El
peronismo kirchnerista ha trazado un puente comunicador entre su candidato y la
“masa social” que representa. Serán LAS AGRUPACIONES POLÍTICAS las que deberán
traccionar el mensaje y la dirección del mismo para no quedar expuestas en una
sintonía distinta a la que, por amplia mayoría, se manifiesta ya en favor del
“TREN DE LA VICTORIA”.
La
original metáfora proselitista es tan simbólica como descriptiva. Expresa en
esta coyuntura electoral el vehículo movilizador de los intereses sociales que
el peronismo kirchnerista representa y cuyo destino siguiente está, qué duda
cabe, en Balcarce 50.