domingo, 31 de mayo de 2015

PROYECTO NACIONAL Y POPULAR O REINSTALACIÓN DE LOS 90

La reinstalación de los 90 es la idea que el sistema alienta y alimenta a partir del conflicto que con las entidades agropecuarias con cierta dosis de antagonismo consiguieran instalar a mediados del 2008 en adelante y cuyo slogan político publicitario se sintetiza en la consigna Final de Ciclo.
Aquél estilo de confrontación se fue adecuando y actualizando según los conflictos con mayor o menor intensidad desde diversos ámbitos y es la táctica que han concebido para tratar de desgastar, primero, y equilibrar después, las fuerzas electorales perdidosas hasta el momento y conseguir de esa manera abortar el proceso nacido en el 2003.
La expectativa de máxima por parte del sector oligárquico-corporativo-liberal e, sin dudas, hoy ya decantado conseguir a través de Maurizio Macri el triunfo electoral primero y el agotamiento del modelo Kirchnerista a continuación.
El sistema ha logrado cumplir su objetivo central, instalar “socialmente” la idea de final de ciclo. En contrapartida los referentes válidos del kirchnerismo asumen la confrontación político electoral con el objetivo de la consolidación del modelo. LA POLARIZACIÓN ES EL RESULTADO LÓGICO Y NATURAL DE LA CONTROVERSIA.
Creemos que a pesar de ser en principio válido plantear la contradicción principal de la etapa como: CONSOLIDACIÓN ≠ FINAL DE CICLO no habrá un desenlace poselectoral que sintetice en esa magnitud la contradicción planteada. Cualquiera fuere el resultado electoral no significará ni la desaparición política de una de las dos fuerzas ni habrá en ninguno de los dos sentidos un “blanco o negro”.
Esta es una primera conclusión tan básica como de evidente objetividad producto de entender e interpretar que el grado de correlación de fuerzas, si algo garantiza en la actual coyuntura, es un equilibrio manifiesto con un dominante electoral moderado a favor de los intereses populares y el gobierno Kirchnerista que lo impulsa, y en parte, contiene. Y un dominante estructural a favor del sistema.
Pero, así como resulta obvia y objetiva la caracterización precedente también debe entenderse que es el proceso Kirchnerista el que tiene mucho más para perder en caso de una derrota electoral. Porque, en realidad, será como se ha escuchado decir tanto a la presidenta como a alguno de los referentes/dirigentes comprometidos con el modelo: “… NO VIENEN POR UNA BATALLA ELECTORAL; VIENEN POR LA RECONSTRUCCIÓN DE SU HEGEMONÍA QUE ESTA ADMINISTRACIÓN DE GOBIERNO HA SABIDO – Y CONSEGUIDO- DISPUTAR…”. Este objetivo de reconquista implica la desarticulación, parcial y total o sea gradualmente, del modelo kirchnerista y sus logros
El peronismo conoce a través de la (su) historia cuál es el accionar revanchista e impiadoso de estos sectores que, tanto en democracia, cuando han conseguido un mínimo oxígeno institucional pseudo electoral o en las dictaduras, que han sabido generar, producen o intentan producir un nuevo retroceso y desamparo social en los intereses de nuestra nación y nuestro pueblo.
La próxima disputa electoral es una batalla vinculada – y vinculante- a un proceso de confrontación integral que reconoce, por supuesto, lo imperioso de un triunfo popular en la contienda, porque permitiría GARANTIZAR la continuidad de GOBIERNO y avanzar en general en el sentido político ideológico desarrollado desde el inicio de la gestión.
GARANTIZAR Y GOBIERNO son el binomio de combinación política capaz de instrumentar los mecanismos (metodología) que conduzcan a la CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA (esto que llamamos etapa superior).
La etapa histórica iniciada en el 2003 – y su acumulación hasta la actualidad- la entendemos de TRANSICIÓN entre el período del dominante campo oligárquico liberal que, desde 1974 y hasta el 19/20 de diciembre de 2001, lograra imponer su proyecto. Diciembre de 2001 es el momento que sintetiza la decadencia extrema del sistema y el punto límite de desintegración social y quiebre doctrinario del estadio sub cultural impuesto por el neoliberalismo.
Esta caracterización conduce a interpretar y considerar como será el probable escenario político electoral de octubre y sus consecuencias.  Por lo tanto la coronación de la presente etapa de TRANSICIÓN solo puede darse en la definición político ideológica de la representación y candidatura presidencial que emerja del Kirchnerismo.
Siendo consecuentes con la “polarización” político electoral planteada debemos concluir que solo es posible lo que describimos a continuación:
I DE CONSOLIDACIÓN (PERONISTA KIRCHNERISTA)
II DE REINSTALACIÓN NOVENTISTA (MACRISMO), o
III DE CLAUDICACIÓN SCIOLISTA (PARCIAL O TOTAL)

No hay duda que es esta última variante la que reconoce más necesidad de argumentación y desarrollo en el análisis. Esta consideración surge de entender que tanto RANDAZZO como MACRI representan y sintetizan de “común acuerdo” la enemistad manifiesta y la irreconciliable perspectiva que ambos liderazgos personales expresan como referentes políticos de los dos proyectos antagónicos de país en pugna.
Los componentes sociales y definiciones ideológicas de dichos proyectos confrontan históricamente desde hace 200 años.
Lo antedicho parte del presupuesto central de entender al campo nacional y popular como un emergente constante en la disputa por el poder que el campo oligárquico liberal ha sabido monopolizar e imponer como proyecto doctrinario de vida durante mucho tiempo y con mayor preeminencia.
Hecha esta salvedad parece oportuno esbozar una primera aproximación inmersa en la, aparente, contradicción secundaria que en la interna del oficialismo representan FLORENCIO RANDAZZO por un lado y DANIEL SCIOLI por el otro. Resulta necesario dilucidar si realmente la contradicción secundaria es de tal rango o, en todo caso, si es mucho más aparente y encierra, por lo tanto, una magnitud real mayor a esa apariencia.
Dijimos anteriormente “una primera aproximación” que se expresa en estos términos:
1-      Tal como la conducción Kirchnerista lo concibiera – y tácticamente lo coordinara – el escenario de precandidatos del FPV ha decantado en un estadio de confrontación y oposición interna de magnitud superior a la de la simple disputa de referencia político-personal;
2-      La polarización en la interna del FPV además de mostrar la característica confrontativa del método del gobierno para saldar los distintos antagonismos (internos y externos) en general, pone en evidencia que para el peronismo Kirchnerista se ha profundizado LA INCOMPATIBILIDAD IDEOLÓGICA ENTRE EL MODELO QUE EL KIRCHNERISMO INTENTA SOSTENER – Y CONSOLIDAR EN LA FUTURA ETAPA DE GOBIERNO – CON EL PENSAMIENTO Y ACCIÓN DEL GOBERNADOR DANIEL SCIOLI; y
3-      Por lo tanto resulta imprescindible – estratégico- “para ir por más” alinear y cohesionar ya la estructura propia para, de esta manera, frente a la primera “oposición” interna imponer una derrota política importante a los intereses que DANIEL SCIOLI representa.

LOS PRECANDIDATOS Y EL MODELO

La hilera de precandidatos representativos del Kirchnerismo alentó sus expectativas político-presidenciales desde un posicionamiento discursivo casi homogéneo y coincidente en el análisis tanto de la etapa desarrollada como de la visión de futuro. Esa homogeneidad discursiva tanto de pensamiento como de acción futura, más allá de los matices propios inherentes a cada uno de ellos, resultó el primer indicador del modelo de “construcción colectiva” que el Kirchnerismo – no sin falencias y debilidades- ha tratado de producir desde el inicio de su gestión. De modo similar en sus exposiciones desalentó desde el renunciamiento colectivo también aquellas expectativas personales para darle curso a un encolumnamiento orgánico detrás de la representación de Florencio Randazzo.
No es materia de este análisis de coyuntura político electoral desentrañar o esbozar cuál ha sido, a nuestro entender, el logro cuantitativo y cualitativo que en el sentido de “construcción colectiva” el modelo kirchnerista ha logrado durante la etapa.
Durante estos 12 años de gestión la convivencia entre el Kirchnerismo Peronista (nacional y popular) y las corporaciones empresariales (liberalismo – mercantilista) solo ha sido posible producto del grado secundario de la confrontación que, aún en las situaciones de mayor virulencia, consiguió ser controlado por el gobierno garantizando la continuidad del modelo y canalizando la orientación del conflicto en un desenlace que estableciera  un puente de identidad entre los intereses en disputa y la masa social a la cual habrían de ir dirigidos los beneficios resultantes de dicho conflicto.

EL ESTADO Y EL MODELO

La representación de intereses tanto culturales como económicos de una determinada clase social, es en democracia, función de la gestión de gobierno. La orientación de dicha gestión es producto de la concepción ideológica primero y la decisión política después, el ámbito de decisiones y el órgano central es el estado y todas sus estructuras.
Lo paradójico de esta cuestión “democrática” del Estado es que según quien lo oriente la gestión puede ser tanto nacional y popular como oligárquico corporativa. Por eso en los 90 planteábamos la necesidad de “acumular poder popular” para pasar de una democracia formal y electoralista a una popular y representativa. De esto surge que la contradicción DEMOCRACIA ≠ CORPORACIONES no reconoce equivalencia ni sostén ideológico doctrinario y no se compadece con la realidad que sintetiza intereses contrapuestos.
Por lo tanto el hecho de intentar consolidar este modelo y la orientación implica en sí mismo agudizar la confrontación y la acumulación de poder popular (empoderamiento).
¿Cómo será posible “consolidar”, en el futuro sin la base sólida de la definición y enunciado de una “ETAPA SUPERIOR”? ¿Y si esa ETAPA SUPERIOR es la estrategia para “CONSOLIDAR” en el futuro: ¿Qué proyecto y qué liderazgo garantizará tal objetivo? Más concretamente, si la imposición cultural en la etapa democrática superior que viene depende de la construcción ideológica (colectiva y popular) y preguntamos ¿Qué referente de probada doctrina y compromiso asumirá la responsabilidad política de profundizar y garantizar la consolidación del proyecto nacional y popular?
LO QUE ESTÁ EN DISPUTA EN LA PROXIMA ELECCIÓN PRESIDENCIAL ES LA IDENTIDAD IDEOLÓGICA Y REPRESENTACIÓN DE INTERESES DE LA FUTURA ETAPA DE GOBIERNO.
El sistema ha hecho conocer a través de su menú electoral quienes en mayor o menor medida, son los referentes que representan sus intereses. Macri, Scioli, Massa son las referencias políticas que ha intentado instalar mediáticamente desde mediados del 2014 hasta la fecha. En ese orden y prioridad habiendo evaluado la situación actual la corporación ha resuelto desalentar definitivamente a Massa, subordinándolo a secundar a Macri y “convencer a la opinión pública” que la disputa electoral de octubre es con Scioli. Ese resultaría obviamente el escenario ideal que provocaría la primer derrota al modelo kirchnerista.
El Kirchnerismo ha manejado sus propios tiempos con paciencia – para algunos sectores internos en extremo – y ha considerado oportuno mantener a su tropa sin manifestarse. En esto último creemos que hay un “oportunismo” divergente entre algunas agrupaciones del FPV y la intencionalidad de la conducción. El gobierno no ha permitido, con buen criterio y decisión, que los medios de información (actores económicos interesados junto a la corporación opositora) le impongan la agenda y el tiempo político electoral.
Dolorosamente para los intereses de los grupos concentrados de las corporaciones monopólicas u oligopólicas y el bloque político – mediático que sustenta “en público
“su proyecto de exclusividad sectorial de clase, la administración de gobierno no ha claudicado en su intento de reivindicación y reconocimiento social “de la masa”.
DURANTE ESTA ETAPA EL SISTEMA NO HA CONSEGUIDO DISCIPLINAR AL MODELO IMPULSADO POR EL KIRCHNERISMO.
Esta apreciación conduce a considerar que debe interpretarse en el análisis que los resultados electorales favorables al Kirchnerismo que han legitimado su conducción de gobierno han sido función de las decisiones político ideológicas que tanto fronteras hacia adentro como en el universo geopolítico internacional ha tomado con coherencia y responsabilidad.
Ninguna otra fuerza política en los últimos cuarenta años ha sido capaz de saber implementar e instrumentar tanto cadena de valores de re significación institucional y dignificación social como a sí mismo responder y complementarse adecuada - y tácticamente - a las condiciones desfavorables que en sentido opuesto el sistema intentó generar continuamente como método de confrontación - y barrera - social, desgaste político y degradación y destitución institucional.
El Kirchnerismo ha logrado encauzar demandas sociales dispersas pre existentes a su gestión y también, cuantitativa y cualitativamente, hacer crecer la conciencia político social y profundizar el debate ideológico en los diferentes sectores.
Esto solo, de por sí, ha generado un avance en las condiciones objetivas del desarrollo histórico y alienta a quienes intentan representar los intereses de la clase trabajadora y el pueblo a avanzar en el sentido de esta construcción, intentando mejorar el modelo de acumulación desarrollado por esta experiencia política.
Sobre este logro no puede haber, tanto para la mayoría de la sociedad como para el proyecto de país que se intenta construir, otro vaso comunicante en la actual etapa, más válido que el Kirchnerismo. Resignar ese cuadro de situación significará, entonces, imponerle al desarrollo logrado un retroceso cuyas implicancias y magnitud no podrá ser calificado, y cuantificado, hasta que la derecha, corporativamente opositora, con Macri (por convicción) o con Scioli (por necesaria claudicación) imponga y restituya su proyecto ideológico.
Cuanto más a la derecha consiga la estructura todavía dominante del sistema, llevar al conjunto del electorado a través de la oferta de sus candidatos presidenciales, más a la derecha estará la futura disputa ideológica y la consiguiente administración de gobierno.
La confrontación de los dos modelos antagonizará, al punto que el único que puede ser derrotado es el peronismo kirchnerista, por cuanto en caso que Macri pierda las elecciones tanto él como el sistema tienen sobrevida garantizada. Debido a que su núcleo dominante, es decir su poder y su nudo de relaciones económico financieras y la interdependencia de todos sus ámbitos socio-político-culturales-laborales no desaparecerán en la etapa siguiente, ya que eso solo se reconoce como parte de un proyecto aun superior.
Para el gobierno y los intereses sociales populares el triunfo electoral será una gran batalla en caso de ganar, pero resultará en una derrota incalculable en caso de perder. Para el sistema la derrota de octubre representará un traspié electoral de mayor magnitud a los anteriores resultados pero no mellará su poderío ya que su estructura solo se resiente con el crecimiento de la toma de conciencia por parte del conjunto de la sociedad. Por lo tanto la polarización que, desde afuera, se ha planteado se dirime desde adentro. Habrá final de ciclo sea Macri o Scioli el elegido. La única chance de sobrevida y futuro que el kirchnerismo tiene está en el triunfo electoral de su referente.

LA LEGITIMIDAD Y EL MODELO

De aquí es que surge la primera conclusión pre electoral en cuanto a la definición interna del Kirchnerismo.
Si el Kirchnerismo ha sabido sistematizar el antagonismo como método de confrontación político social con la derecha, con buenos resultados y en todos los ámbitos de debate, y la derecha ya ha conseguido consensuar e imponer su candidato electoral; genuino por extracción de clase y por probada administración institucional en su rol de jefe de estado y gerente empresarial capitalista ¿Por qué debería UN SECTOR DEL KIRCHNERISMO PLANTEARSE INTERNAMENTE UNA OPCIÓN PRESIDENCIAL POR DERECHA QUE INTENTE COMPETIR CON MACRI?
En realidad lo que debemos interpretar y asumir es que existe en el Kirchnerismo y su amplio espectro de composición y adhesión algunos espacios (¿mínimos?) que mantienen y tributan a una práctica política interesada. El Kirchnerismo más puro no ha sabido/querido/podido desmontar esta práctica y cuya concepción de la política pasa en esta- oportunidad- por tratar de conservar a cualquier precio lo que han sabido conseguir, reclutar, captar o cooptar en lo personal y, en el mejor de los casos, en lo mínimamente colectivo a través de la bandera de alguna agrupación y haciendo publicidad político - mediática para garantizarse a futuro una cuota de poder que asegure su continuidad en algún lugar de la política institucional.
Ahora bien, ¿necesita el sistema o le conviene otro candidato por derecha? No lo necesita; PERO LE CONVIENE. Reiteramos, cuanto más a la derecha se posicione la oferta electoral, más corto será el desarrollo para re instalar el proyecto noventista.
Si el Kirchnerismo, en su amplia mayoría social, suscribe la plataforma de gobierno gestionadora de reivindicaciones sociales, populares y lograda de manera evidente durante doce años en el ámbito nacional, y sustenta con su apoyo y compromiso la base electoral del 30/35% cautivo del modelo Peronista/Kirchnerista ¿Dónde, porque y con qué se ha dado origen a la “legitimación” de Daniel Scioli para la máxima aspiración institucional?
La legalidad institucional es ampliamente garantista y de extrema amplitud democrática para que no exista ningún tipo de limitación o coerción reglamentaria que impidan a cualquier aspirante interesado presentarse como candidato a cualquier responsabilidad político institucional a través de un acto electoral. Este marco regulatorio y reglamentario muestra la letra y el espíritu de legalidad formal que la legislación brinda y garantiza.
Sin embargo no es el marco regulatorio y reglamentario de la ley el que “legitima” y le da “validez” a las aspiraciones de un dirigente. Ni siquiera es esa misma categoría dirigencial la que habilita una expectativa político institucional. La “legitimación” no debiera ser nunca fruto de la sostenida ambición personal. La “legitimidad” la da (o la quita) la (in) acción y gestión político institucional. La degradación extrema de la vocación y actividad política llegó también de manos de los 90. Adecuar las formas es mucho más fácil y ligero que recomponer el fondo.
Hasta la actualidad ninguna fuerza política ha conseguido sustraerse por completo a la descomposición doctrinaria y contaminación ideológica que el fenómeno de la banalización farandulera produjera hace ya veinte años.
El Peronismo Kirchnerista reconoce este vicio en muchos de sus aspirantes.

CARACTERIZACIÓN DE DANIEL SCIOLI

Daniel Scioli es un emergente del período de máxima degradación de la actividad y representación política de los años 90, conocido como “menemato”, y cuyo objetivo principal fue complementar en democracia el integral saqueo institucional que la dictadura del 76 al 83 impuso a través del terrorismo de estado. Los 90, también conocidos como “segunda década infame”  (perversamente mejorada) produjeron una devastación social como no registrara ningún período anterior en la historia política nacional.
Algunas de las secuelas del menemismo aún sobreviven con mayor o menor intensidad y suelen recobrar esporádicos alientos en los distintos ámbitos de la vida política y social a favor de los miserables intereses que trata de instalar algún sector afín a esta concepción fraudulenta impostora y antinacional.
Dos recordatorios significativos pueden resultar válidos para intentar sintetizar la subcultura impuesta durante el período de los 90. Primero el descarnado e impune sinceramiento de Carlos Menem al confesar “… si hubiera dicho lo que iba a hacer no me votaba nadie…” y, segundo, el gran logro social sintetizador de los intereses de dos clases históricamente irreconciliables “PIZZA CON CHAMPÁN” que apareció como eslogan publicitario de la coronación de aquella etapa: ¿y que sintetizaba? La rancia complicidad de intereses de un gobierno corrupto sin la mínima integridad moral asociado a las corporaciones que representaban – y representan antes como ahora – la patria contratista y privatizadora. Amplios sectores de la sociedad suscribieron el modelo del derrame y fueron cautivados por la escenografía mediática montada e implementada por los grandes medios a través de las mismas voces periodísticas, como en la actualidad, formadores de opinión y exponentes cotidianos del proyecto neoliberal.
De esa etapa dolorosa, trágica e inmoral junto a Palito Ortega, Carlos Reuteman y otros personajes del sector farandulero, de esa categoría de política chatarra es un emergente Daniel Scioli.
En ese enroque ideológico, populista-liberal, su participación social e integración no puede ser disimulada.  Su rol de complicidad fue de animado acompañamiento y su objetivo determinante en aquel momento “la absorción metodológica” y la orientación a futuro de cómo y con quién canalizar sus aspiraciones, las que crecieron y se desarrollaron – y conservan vigencia a través de la impronta menemista.
Empresario, tal como Macri, pero en este caso vinculado a la comercialización en gran escala de artículos para el hogar, exponente deportivo de la náutica, impulsó desde su actividad (tal como Macri desde el fútbol) la plataforma de lanzamiento que lo “popularizara” en su actividad futura. Su responsabilidad institucional en tándem con Néstor Kirchner resultó menos sorprendente que el triunfo electoral de la fórmula que, aun con un magro 22%, asumiera la conducción de gobierno el 25 de Mayo de 2003.
La convivencia político institucional entre la conducción estratégica del modelo (es decir tanto la mesa chica como el riñón kirchnerista) y Daniel Scioli no habría de superar nunca la relación de formalidad en función de la necesidad mutua de acuerdos políticos que en la medida que Scioli se asumiera subalterno de métodos y acciones le permitirían sobrevivir en un lugar del espacio político del incipiente entramado y desarrollo que Néstor Kirchner comenzaba a articular. En su rol vice presidencial entendió Scioli que era donde encontraría contención institucional y entendió también que en caso de incentivar la disputa con el kirchnerismo (principalmente con la figura de Néstor Kirchner) habría de resultar en el corto plazo un cadáver político. El rol de vicepresidente, cargo pasivo por naturaleza, le daba al menos una categoría de reconocimiento presidiendo la cámara alta.
Su disputa político personal con Kirchner, en función de su ambición presidencial, reconoce un quiebre definitivo en el 2007 cuando la conducción kirchnerista resuelve con buen criterio “jugar” la referencia institucional ya probada de evidente experiencia, desarrollo, compromiso y madurez militante personal de Cristina Fernández y destinar a Scioli a provincia de Buenos Aires.
Scioli creía, y consideraba, que su antecedente de poder residual menemista/duhaldista le daba margen y su pasiva espera después de cuatro años, lo habilitaban a la expectativa presidencial. La consideración personal del ex vicepresidente solo reconocía el argumento propio ya que ningún valor ni mérito lo hacían merecedor de tamaña expectativa en la máxima jerarquía política. La mirada retrospectiva pudo haberlo hecho pensar que, existiendo en el pasado inmediato anterior quienes con pocos méritos como él habían conseguido ejercer, casi graciosamente, la máxima magistratura de gobierno, nada lo inhabilitaba.
No deja de ser cierto que en la sonámbula sociedad de los años 2000 la crisis de representación de valores y liderazgos de las estructuras partidarias produjo un desasosiego y vaciamiento político institucional que ninguna fuerza o expresión pudo sintetizar generando una salida o respuesta que representara los intereses soberanos de país y de nación. De ese contexto extraía Daniel Scioli su especulación presidencial
Pero en el 2007 la coyuntura había cambiado y el país tambaleante, cadavérico y desarticulado intestinamente, próximo a la desintegración se reconocía y se reivindicaba contenido en una mirada “miope”, superadora que se había desarrollado inesperadamente, qué duda cabe de esto último, a partir de la decisión político-ideológica de un liderazgo personal carismático y comprometido con las raíces más profundas y válidas de la historia nacional.
El kirchnerismo albergó a Scioli en el territorio más importante del país, tal vez especulando con el dato estadístico que todavía nadie desde ese lugar preponderante ha llegado a presidir los destinos de la nación. Por alguna razón de sensibilidad personal fue Néstor Kirchner quién en realidad pudo haber propuesto a otro referente del kirchnerismo puro o no, ya que quién traccionaba los votos en esta elección era la figura de Cristina Fernández que el consenso social previo ponía ya en situación de coronación presidencial.
El período de gobernación provincial es el que más ha mostrado la esencia de lo que Scioli representa. Cada vez más alejado de la “sintonía fina” kirchnerista su posicionamiento está mucho más inducido mediáticamente por las corporaciones que como fruto de su actitud y resultados de su acción de gestión social.
Esa mimetización de Scioli definida por su entorno y lograda a través de la estructura mediática de los mismos medios que alientan y sostienen la figura de Mauricio Macri, reconoce además un análisis de sus propias manifestaciones y exposiciones de sus supuestos asesores y/o colaboradores actuales.
En cuanto a lo propio a partir de los errores de exposición pública cometidos principalmente durante el último verano, ha ido “oportunistamente” tratando de reubicarse en un plano discursivo afín a las posiciones doctrinarias filo kirchneristas peronistas, lo cual como se viera en el reciente acto de la capital Tucumana no consigue expresar ni tampoco consigue crear el clima de campaña proselitista que lo ubique de manera definitiva y carismática en su pretendido rol. Parecería que el auto reconocimiento de fraude discursivo-intelectual le provoca inconscientemente el recuerdo de su mentor: “… si decía la verdá…”, sumado a la propia incapacidad de articular ideas y transmitirlas con autoridad y convencimiento. Doctrinariamente Scioli carece de formación política (al igual que Macri) sin embargo podría suponerse que tantos años al lado del modelo lo habrían hecho ensayar una práctica e imagen política capaz de producir el mínimo enamoramiento. ¡No hay tal cosa! Scioli coherente y consecuente con su verdadera representación de intereses, habla y se instala con la misma precariedad que Maurizio Macri porque en realidad aunque diga algo consecuente con el peronismo él le está hablando al estrato social que interiormente representa y por lo tanto le resulta imposible producir una figura popular que emocione.
En esto Macri le saca ventaja porque la naturaleza de su discurso es absolutamente genuina y consecuente con sus intereses ideológicos. El no tener que disimular le genera la autenticidad que Scioli no ha logrado y que, por extensión, lo pone en evidencia.
Sus asesores políticos, y de imagen, no han hecho un buen trabajo doctrinario y corporal. Tampoco lo han hecho con la señora Karina Rabolini a quién con el indisimulado objetivo de emparentar el rol con Evita han “ubicado socialmente” como presidenta de la Fundación del Banco Provincia.
La Fundación Eva Perón, que remite necesariamente a la comparación que inescrupulosamente intenta montar Scioli y sus obsecuentes, llevó ese nombre porque llegó para reemplazar, primero, a la Sociedad de Beneficencia (rural y oligárquica) y, segundo, a constituir seriamente una herramienta de reparación social verdadera y no artificial.
Eva Perón no fue “Evita” por ser primera dama, algo que en realidad nunca le importó, sino que, al contrario, su tarea cotidiana, cargada de sensibilidad extrema excedió los marcos de la fundación misma para invadir todos los recovecos sociales donde hubiera una necesidad.
El entorno sciolista ofende y subestima la memoria colectiva y la conciencia histórica del peronismo, tratando de argumentar que resulta un infundio el intento de asociar a Rabolini con Evita. Lo que es un infundio es que crean posible no detectar tal grado de desagradable oportunismo o que la decisión no tenía esa intencionalidad comparativa.

ALGUNAS DE LAS REFERENCIAS POLÍTICO INSTITUCIONALES
QUE SE “JUEGAN” POR DANIEL SCIOLI

En su recaudación proselitista Scioli ya ha conseguido que algunos referentes se manifestaran abiertamente en su apoyo.
La CGT ha sido, además de su rol específico, históricamente un ámbito de convivencia político ideológico de reducido espectro donde las decisiones y resoluciones “doctrinarias” de sus congresos sintetizaron siempre la voz de la derecha del movimiento. Exactamente lo mismo puede decirse, y verse, con respecto al PJ. Ambas expresiones partidarias han tenido entre sí y, desde siempre más coincidencias que diferencias, por eso más allá de su significativa influencia tanto los dirigentes de una herramienta (sindical) como la otra (política) no han conseguido nunca deshacerse de la reconocida caracterización y categorización de “burócratas” que desde mediados de los años 60 y hasta la actualidad han conseguido “conservar” como resultado de sus compromisos y de sus luchas.
Resulta necesario hacer una salvedad para que la caracterización descripta se reconozca como regla y muestre su excepción, al menos en los últimos treinta años. En este tipo de generalizaciones puede parecer un atrevimiento desconsiderado una apreciación tan rígida y severa. Es cierto, pero tiene su intencionalidad ¿Cuál es?, fijar precisamente el lugar diferenciado que, entre tantos complacientes y burócratas, merece a nuestro entender Saúl Ubaldini. Un liderazgo sindical absolutamente respetable, aún en las marcadas diferencias que con él pudieron existir. En este contexto y, hecha la salvedad, algunos voceros sindicales han fijado su lugar de preferencia. Tal es el caso de Antonio Caló que, públicamente, manifestara su adhesión personal a la candidatura de Daniel Scioli.
Otro vocero prefirió el anonimato para “sindicalizar” su apoyo al gobernador; pero lo hizo de una manera mucho más coincidente y concordante con el espíritu del “reducido espectro” a que hiciéramos referencia. Mostramos el globo de ensayo lanzado para que muchos miren para arriba y que con intensión presunta alguien hace poco tiempo inventó-testeó-jugó con la idea conciliadora de la fórmula Scioli-Kicillof. La reacción inmediata de un dirigente carente de paciencia y sosiego político puso en evidencia la auténtica visión que del kirchnerismo tienen algunos de los anónimos voceros cegetistas: “… esa fórmula es imposible porque… Kicillof no es peronista…”. Parece que Scioli sí.
Además de prehistórica y macartista la descarnada transparencia pone en evidencia el “excluyente” posicionamiento de fe doctrinaria con que se manifiestan algunos dirigentes de la entidad cegetista que dicen representar los intereses de los trabajadores.
Algunos compañeros de la estructura sindical no se andan con chiquitas a la hora del “peronómetro”.
En esta misma línea de “identidad” se expidió públicamente, el actualmente recuperado de crisis político existencial, Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora después del extravío que algún accidente le ocasionara que lo hizo creer que Massa aún estaba dentro de FPV y se aproximara a él para construir sus propias aspiraciones en la máxima de la provincia, consiguió reubicarse y, a través de una rápida acción con el terapeuta indicado, pudo recomponer la línea y autorizarse a considerar desde su demostrado compromiso coherente y consecuente, opinar: “… Daniel Scioli es el presidente que necesita el país para la etapa que viene. Que no es empezar todo de nuevo. Quiero que los argentinos votemos a favor”.
Sintetizada la línea de adhesión política y la visión de acción social como peronistas nosotros sabemos que lo político engendra lo económico por eso el final está asignado a esa materia. Previo a precisar la idea económica que, como parte del modelo sciolista esbozara uno de sus asesores en la materia, es válido considerar una cuestión de accesible constatación.
Tanto Maurizio Macri, como jefe de gobierno de la ciudad autónoma, y Daniel Scioli como gobernador de la provincia de Buenos Aires, han debido enfrentar como responsables de sus respectivos distritos, similar cantidad y calidad de conflictos en diversas áreas donde las exigencias y los planteos reivindicativos guardaban una marcada similitud. Áreas como la educación y la salud han estado en la vanguardia de las constantes demandas sociales y laborales que, a lo largo de ambas gestiones y de manera sistemática y reiterada, han aflorado y afectado continuamente las relaciones entre la gestión y la base social interesada. Producto de la incompatibilidad entre la acción demandante y la tozuda insensibilidad de la gestión, esas áreas muestran, de manera evidente, como otras en escala similar, el poco interés y la escasa preocupación que tanto en la educación pública como hacia la salud pública han tenido y tienen ambas gestiones.  Un dato no menor que los caracterizó coincidentemente: la empatía resolutiva de los conflictos por parte de ambos mandatarios guarda una estrecha relación y marcada coincidencia.
En cuanto a lo estrictamente económico, dice Scioli a través de Mario Blejer (asesor económico del señor gobernador): 1°) (debemos) “… volver al FMI”; 2°) “… hay que ir buscando la posibilidad de algún sustituto para hacer el impuesto más racional…” (referido a la soja y las retenciones), y 3°) “… negociar con los buitres…”.
Si esta administración pudiera sintetizar estos 12 años de gobierno en una decena de emblemáticas palabras seguramente FMI, SOJA (RETENCIONES)Y BUITRES figurarían, sin duda, en el encabezamiento de esa tabla de valores simbólicos. El gobierno, y el pueblo que suscribe su proyecto, conocen las consecuencias que ocultan el anuncio económico de Scioli.
Scioli es al FMI y a los buitres exactamente lo mismo que Maurizio Macri.

SÍNTESIS Y CONCLUSIÓN: DOS MODELOS DE PAÍS

Si la disputa en las PASO pudo haber sido:
Uribarri ≠ Scioli
Taiana ≠ Scioli
A. Rossi ≠ Scioli
A. Fernández ≠ Scioli
Etc. Etc. ≠ Scioli

Y tal como es Randazzo ≠ Scioli se desprende que en todas y cada una de las imaginarias (y posibles) confrontaciones planteadas, los mencionados en primer término son referentes consecuentes y comprometidos de “PROBADO KIRCHNERISMO”. Quienes además de historia personal e identidad peronista han mostrado “la cuota de humildad” para encolumnarse “colectivamente” detrás de otro compañero-candidato kirchnerista que puede sintetizar mejor, o no, el discurso proselitista de campaña, pero de lo que no hay duda es que expresará el mensaje político discursivo con las mismas convicciones que pondrá en práctica en la próxima administración de gobierno.
El encolumnamiento de los precandidatos kirchneristas fue referencia individual, primero, y luego expresión colectiva sintetizada hoy en Florencio Randazzo. Esta línea de pensamiento y acción futura es compatible con el modelo que, durante doce años de gestión kirchnerista, no se dejó doblegar por el poder corporativo y sus aliados.
Ese “encolumnamiento” colectivo detrás de otro referente kirchnerista es expresión colectiva de un modelo colectivo que contiene expectativas colectivas y cuyo objetivo estratégico colectivo es convertir al modelo colectivo en PROYECTO COLECTIVO POPULAR DOMINANTE en la próxima etapa de gobierno.
Por esta definición estratégica es que, tanto hacia adentro del FPV, como hacia afuera de la administración y etapa kirchnerista-peronista conviven dos modelos de país que confrontarán en las PASO primero y luego en las elecciones definitivas de Octubre.
El peronismo kirchnerista ha trazado un puente comunicador entre su candidato y la “masa social” que representa. Serán LAS AGRUPACIONES POLÍTICAS las que deberán traccionar el mensaje y la dirección del mismo para no quedar expuestas en una sintonía distinta a la que, por amplia mayoría, se manifiesta ya en favor del “TREN DE LA VICTORIA”.

La original metáfora proselitista es tan simbólica como descriptiva. Expresa en esta coyuntura electoral el vehículo movilizador de los intereses sociales que el peronismo kirchnerista representa y cuyo destino siguiente está, qué duda cabe, en Balcarce 50.