El “Tucho Valenzuela, oficial de la Organización Montonero,
fue “levantado” en la ciudad de Mar del Plata el 1 de enero de 1978 y llevado
inmediatamente a la “Quinta de Funes” en la ciudad de Rosario. Funcionaba allí,
en las afueras de la ciudad, uno de los “emprendimientos” más audaces y
ambiciosos de la dictadura. Como campo de concentración bajo la esfera de
control del V Cuerpo de Ejército y con dependencia directa y personal de
Leopoldo Fortunato Galtieri, la experiencia desarrollada por dicha fuerza con
los compañeros detenidos- principalmente de la columna Rosario aunque los hubo
de otras zonas también- sirvió para mostrar la más profunda miseria humana y
también la más elocuente demostración inquebrantable compromiso, lealtad, desinterés
personal i por sobre todo fijó como valor militante - en ese contexto - la
inclaudicable generosidad de espíritu de resistir en las condiciones más
extremas despojado de todo interés de “ sobrevida “ personal. Como oficial de
la Organización el Tucho tenía “acceso” a la conducción nacional; en ese
momento en el Distrito Federal (Capital) de Méjico. Ese “dato” ponía a Valenzuela
en un lugar de “privilegio” con respecto a las intenciones de Galtieri y
compañía. Resulta oportuno y necesario recordar que Tucho “cae” junto a su
compañera Raquel Negro - embarazada - y con un hijo de ella. Los pormenores de
esta situación han sido históricamente retratados y relatados de manera
incomparable por otro miembro de la Organización, Miguel Bonasso, en ese
libro-material-documento que es RECUERDO DE LA MUERTE y que hace pie
centralmente en la perversa y diabólica maquinaria genocida, su proyecto de
exterminio básicamente en la ESMA y la fuga del “Pelado Dry “de la misma. Todo
cuanto aquí contemos es de conocimiento público aunque no tanto como quisiéramos.
Tucho Valenzuela fingió, después de un tiempo de detención, estar dispuesto a
colaborar con el enemigo, y a viajar, con una “patota” militar a Méjico para “entregar”
a la conducción. En la quinta de Funes quedaría como rehén, para “garantizar”
el cumplimiento de su de cisión, su compañera (recordemos embarazada de “su” hijo)
y el hijo de ella. No nos extenderemos en contar los “detalles” de aquel
episodio que atravesó las fronteras de nuestro país y generó un conflicto
diplomático con Méjico por la detención de los miembros de la “patota” militar
por parte de las fuerzas policiales de dicho país. Resulta obvio que “el Tucho”
no sólo no entregó a la conducción montonera sino que además “conferenció “públicamente
el motivo de su presencia en Méjico. Fronteras hacia adentro - es decir en nuestro
país - la repercusión de dicho episodio obviamente fue inexistente. Salvo algún
mínimo recuadro distorsionado informativamente nada de lo sucedido se habló al
respecto. Tanto la dictadura como Gatieri, gestor del proyecto, no fueron “denunciados”
por los medios. Convengamos que resultaba imposible que así ocurriera.
El Tucho Valenzuela escribió a Galtieri una detallada carta
poniendo de manifiesto su inequívoca decisión de revolucionario inquebrantable
cuya moral no podía ser “comprada” ni aún al más alto precio de la vida propia
y de los suyos. Aquella misiva puso en evidencia la especulación de los
miembros de la dictadura quienes creían - como todavía ocurre con alguna gente
- que TODO SE COMPRA Y TODO SE VENDE.
El Tucho murió poco tiempo después como parte de la
contraofensiva fue detenido entrando al país y ejecutado.
No es intención de esta recordación sacar conclusiones
políticas de hechos como la contraofensiva. Nuestra opinión al respecto ya ha
sido debidamente volcada en varias oportunidades. Con este relato acotado
intentamos fijar un mojón valioso que tiene su correlato 35 años después y con
otra disputa epistolar.
2013
Hace pocos días tomó estado público, porque esa era su
intención, una denuncia cuya mentor es el ex fiscal de Mar del Plata Gustavo
Demarchi quién permaneció fugado en el exterior hasta hace poco tiempo y luego
de su extradición desde Colombia se encuentra detenido esperando un próximo juicio
como parte institucional del terrorismo de estado.
El ex fiscal no sólo desempeñó funciones antes y durante la
dictadura, lo cual no sería motivo suficiente para ser enjuiciado como cómplice
del genocidio, sino que fue miembro de la CONCENTRACIÓN NACIONALISTA
UNIVERSITARIA, agrupación que, tal como su nombre lo indica operó sobre el
ámbito universitario siendo responsable en su momento del asesinato de la
estudiante Silvia Filler, hecho ocurrido en la Facultad de Arquitectura durante
el año 1971 en la ciudad de Mar del Plata. En dicha - presentación pública - el
ex fiscal dice ser actualmente un preso político producto de una causa “armada”
y cita como responsable principal de este armado judicial al oficial montonero
Edoardo Soares, militante de la Organización en la ciudad de Mar del Plata en
aquél momento y de la que es oriundo.
Gustavo Demarchi se explaya abundantemente en su relato
personal y profesional pero fija sus dos pies en la inexorable claudicación
extrema de estos personajes. Evade su responsabilidad derivando en otros su
protagonismo como funcionario - o acusándolos indirectamente - poniendo en
evidencia su intento de preservación en el marco institucional. Muestra su
mayor bajeza humana no reconociéndose como integrante de la estructura del CNU
que junto a Piantoni y otros miembros reconocidos de la ciudad integraba. No se
acepta como parte conocida y reconocida públicamente en el ámbito local de la
estructura que sirvió de base informativa y operativa de los grupos de tareas
tanto durante los gobiernos constitucionales de Perón e Isabel como durante la
dictadura. A dicha “aparición pública” ampliamente difundida debía
necesariamente llegarle su respuesta. En ese sentido el militante montonero
Edoardo Soarez responde desde un lugar ideológicamente antagónico al del ex
fiscal.
El distintivo, y distinguido relato del oficial montonero
fija su diferencia no sólo en las formas sino fundamentalmente en el “fondo” de
la cuestión. Dice Soarez como concepto e idea central (no es literal): “siento
el más profundo orgullo de haber sido miembro de la Organización Montoneros, lo
cual sigo sintiendo igual y lo cual seguiré sintiendo hasta el último de mis
días, cumpliendo el compromiso histórico que demanda la muerte de tantos
compañeros que dieron la vida en la lucha por la liberación nacional y social
de nuestra patria. Y en cuanto a la actual situación del ex fiscal
encontrándose este detenido y por lo tanto en situación desventajosa con
respecto a mí, sólo le digo que volveremos a vernos las caras en el próximo
juicio oral donde entonces sí, se dará la oportunidad para que frente a frente
lo que dicta nuestra conciencia”.
Recordemos que hallándose detenido durante el año 1975 en la
comisaría segunda de la ciudad de Mar del Plata el negro Soarez sufrió en
represalia por un intento de fuga el asesinato de su padre a manos de una
patota combinada de policías y civiles.
El relato reciente muestra la confrontación antagónica entre
el orgullo y la hipocresía. El orgullo de haber sido y seguir siéndolo y la
hipocresía de no asumirse como responsable de los hechos cometidos.
Decimos nosotros acorde a un compromiso que no fenece y que
nos acompañará aún y después de nuestra desaparición física: aquél 7 de
septiembre de 1970 en William Morris murieron dos de los fundadores de la
organización Montoneros, Fernando Luis Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus,
dando origen a esta recordación que llamamos EL DIA DEL MONTONERO.
El 1978 la conducta del Tucho Valenzuela refuerza con su
decisión e pensamiento y la actitud de una generación comprometida con un
proyecto de país. Treinta y cinco años después en sintonía con una historia que
nunca acabará de contarse otro episodio pone de manifiesto el antagonismo entre
el orgullo militante y la hipocresía personal y profesional de un representante
del sistema.
Seguramente habrá quienes una vez más nos llamarán
nihilistas, adoradores de la violencia, seducidos por la muerte, nostálgico del
pasado, etc. Nosotros creemos sinceramente que fuimos el producto típico de u
contexto histórico, cuya raíz principal estuvo centrada en la violación
sistemática de las instituciones y de los derechos políticos sociales y
culturales de las mayorías populares. Los gobiernos que no representaban los
intereses de los sectores conservadores- liberales fueron “gopeados or acción
del partido militar. Cara visible de los intereses oligárquicos concentrados
fueron la herramienta que el sistema utilizo para desbaratar los gobiernos
democráticos. Seríamos genuflexos si n dijéramos que la actualidad muestra el
mismo grado de confrontación histórica y social.
El sistema ha CORPORIZADO un proyecto y el campo popular se
encuentra en la necesidad estratégica de conciliar sus intereses resolviendo su
fragmentación no en la discusión política sino en el debate ideológico.
t recordamos Fernando, Gustavo, Tucho, Soares, no desde el
ejercicio memorioso sino desde la práctica político social sobre la cual no
fuimos ni somos ni seremos complacientes. Los recordamos y en ustedes a todos
los compañeros cuya historia personal y colectiva atraviesa el tiempo pasado y
se mantiene vigente en la conducta cotidiana de quienes conservan el espíritu
de solidaridad y sensibilidad social.
Una vez más y como siempre HASTA LA VICTORIA
AGRUPACIÓN RODOLFO WALSH
Mar del Plata - 7 de Septiembre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario