sábado, 16 de noviembre de 2013

SIETE DE SEPTIEMBRE 1970 - 2013

El “Tucho Valenzuela, oficial de la Organización Montonero, fue “levantado” en la ciudad de Mar del Plata el 1 de enero de 1978 y llevado inmediatamente a la “Quinta de Funes” en la ciudad de Rosario. Funcionaba allí, en las afueras de la ciudad, uno de los “emprendimientos” más audaces y ambiciosos de la dictadura. Como campo de concentración bajo la esfera de control del V Cuerpo de Ejército y con dependencia directa y personal de Leopoldo Fortunato Galtieri, la experiencia desarrollada por dicha fuerza con los compañeros detenidos- principalmente de la columna Rosario aunque los hubo de otras zonas también- sirvió para mostrar la más profunda miseria humana y también la más elocuente demostración inquebrantable compromiso, lealtad, desinterés personal i por sobre todo fijó como valor militante - en ese contexto - la inclaudicable generosidad de espíritu de resistir en las condiciones más extremas despojado de todo interés de “ sobrevida “ personal. Como oficial de la Organización el Tucho tenía “acceso” a la conducción nacional; en ese momento en el Distrito Federal (Capital) de Méjico. Ese “dato” ponía a Valenzuela en un lugar de “privilegio” con respecto a las intenciones de Galtieri y compañía. Resulta oportuno y necesario recordar que Tucho “cae” junto a su compañera Raquel Negro - embarazada - y con un hijo de ella. Los pormenores de esta situación han sido históricamente retratados y relatados de manera incomparable por otro miembro de la Organización, Miguel Bonasso, en ese libro-material-documento que es RECUERDO DE LA MUERTE y que hace pie centralmente en la perversa y diabólica maquinaria genocida, su proyecto de exterminio básicamente en la ESMA y la fuga del “Pelado Dry “de la misma. Todo cuanto aquí contemos es de conocimiento público aunque no tanto como quisiéramos. Tucho Valenzuela fingió, después de un tiempo de detención, estar dispuesto a colaborar con el enemigo, y a viajar, con una “patota” militar a Méjico para “entregar” a la conducción. En la quinta de Funes quedaría como rehén, para “garantizar” el cumplimiento de su de cisión, su compañera (recordemos embarazada de “su” hijo) y el hijo de ella. No nos extenderemos en contar los “detalles” de aquel episodio que atravesó las fronteras de nuestro país y generó un conflicto diplomático con Méjico por la detención de los miembros de la “patota” militar por parte de las fuerzas policiales de dicho país. Resulta obvio que “el Tucho” no sólo no entregó a la conducción montonera sino que además “conferenció “públicamente el motivo de su presencia en Méjico. Fronteras hacia adentro - es decir en nuestro país - la repercusión de dicho episodio obviamente fue inexistente. Salvo algún mínimo recuadro distorsionado informativamente nada de lo sucedido se habló al respecto. Tanto la dictadura como Gatieri, gestor del proyecto, no fueron “denunciados” por los medios. Convengamos que resultaba imposible que así ocurriera.
El Tucho Valenzuela escribió a Galtieri una detallada carta poniendo de manifiesto su inequívoca decisión de revolucionario inquebrantable cuya moral no podía ser “comprada” ni aún al más alto precio de la vida propia y de los suyos. Aquella misiva puso en evidencia la especulación de los miembros de la dictadura quienes creían - como todavía ocurre con alguna gente - que TODO SE COMPRA Y TODO SE VENDE.
El Tucho murió poco tiempo después como parte de la contraofensiva fue detenido entrando al país y ejecutado.
No es intención de esta recordación sacar conclusiones políticas de hechos como la contraofensiva. Nuestra opinión al respecto ya ha sido debidamente volcada en varias oportunidades. Con este relato acotado intentamos fijar un mojón valioso que tiene su correlato 35 años después y con otra disputa epistolar.

2013

Hace pocos días tomó estado público, porque esa era su intención, una denuncia cuya mentor es el ex fiscal de Mar del Plata Gustavo Demarchi quién permaneció fugado en el exterior hasta hace poco tiempo y luego de su extradición desde Colombia se encuentra detenido esperando un próximo juicio como parte institucional del terrorismo de estado.
El ex fiscal no sólo desempeñó funciones antes y durante la dictadura, lo cual no sería motivo suficiente para ser enjuiciado como cómplice del genocidio, sino que fue miembro de la CONCENTRACIÓN NACIONALISTA UNIVERSITARIA, agrupación que, tal como su nombre lo indica operó sobre el ámbito universitario siendo responsable en su momento del asesinato de la estudiante Silvia Filler, hecho ocurrido en la Facultad de Arquitectura durante el año 1971 en la ciudad de Mar del Plata. En dicha - presentación pública - el ex fiscal dice ser actualmente un preso político producto de una causa “armada” y cita como responsable principal de este armado judicial al oficial montonero Edoardo Soares, militante de la Organización en la ciudad de Mar del Plata en aquél momento y de la que es oriundo.
Gustavo Demarchi se explaya abundantemente en su relato personal y profesional pero fija sus dos pies en la inexorable claudicación extrema de estos personajes. Evade su responsabilidad derivando en otros su protagonismo como funcionario - o acusándolos indirectamente - poniendo en evidencia su intento de preservación en el marco institucional. Muestra su mayor bajeza humana no reconociéndose como integrante de la estructura del CNU que junto a Piantoni y otros miembros reconocidos de la ciudad integraba. No se acepta como parte conocida y reconocida públicamente en el ámbito local de la estructura que sirvió de base informativa y operativa de los grupos de tareas tanto durante los gobiernos constitucionales de Perón e Isabel como durante la dictadura. A dicha “aparición pública” ampliamente difundida debía necesariamente llegarle su respuesta. En ese sentido el militante montonero Edoardo Soarez responde desde un lugar ideológicamente antagónico al del ex fiscal.
El distintivo, y distinguido relato del oficial montonero fija su diferencia no sólo en las formas sino fundamentalmente en el “fondo” de la cuestión. Dice Soarez como concepto e idea central (no es literal): “siento el más profundo orgullo de haber sido miembro de la Organización Montoneros, lo cual sigo sintiendo igual y lo cual seguiré sintiendo hasta el último de mis días, cumpliendo el compromiso histórico que demanda la muerte de tantos compañeros que dieron la vida en la lucha por la liberación nacional y social de nuestra patria. Y en cuanto a la actual situación del ex fiscal encontrándose este detenido y por lo tanto en situación desventajosa con respecto a mí, sólo le digo que volveremos a vernos las caras en el próximo juicio oral donde entonces sí, se dará la oportunidad para que frente a frente lo que dicta nuestra conciencia”.
Recordemos que hallándose detenido durante el año 1975 en la comisaría segunda de la ciudad de Mar del Plata el negro Soarez sufrió en represalia por un intento de fuga el asesinato de su padre a manos de una patota combinada de policías y civiles.
El relato reciente muestra la confrontación antagónica entre el orgullo y la hipocresía. El orgullo de haber sido y seguir siéndolo y la hipocresía de no asumirse como responsable de los hechos cometidos.
Decimos nosotros acorde a un compromiso que no fenece y que nos acompañará aún y después de nuestra desaparición física: aquél 7 de septiembre de 1970 en William Morris murieron dos de los fundadores de la organización Montoneros, Fernando Luis Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, dando origen a esta recordación que llamamos EL DIA DEL MONTONERO.
El 1978 la conducta del Tucho Valenzuela refuerza con su decisión e pensamiento y la actitud de una generación comprometida con un proyecto de país. Treinta y cinco años después en sintonía con una historia que nunca acabará de contarse otro episodio pone de manifiesto el antagonismo entre el orgullo militante y la hipocresía personal y profesional de un representante del sistema.
Seguramente habrá quienes una vez más nos llamarán nihilistas, adoradores de la violencia, seducidos por la muerte, nostálgico del pasado, etc. Nosotros creemos sinceramente que fuimos el producto típico de u contexto histórico, cuya raíz principal estuvo centrada en la violación sistemática de las instituciones y de los derechos políticos sociales y culturales de las mayorías populares. Los gobiernos que no representaban los intereses de los sectores conservadores- liberales fueron “gopeados or acción del partido militar. Cara visible de los intereses oligárquicos concentrados fueron la herramienta que el sistema utilizo para desbaratar los gobiernos democráticos. Seríamos genuflexos si n dijéramos que la actualidad muestra el mismo grado de confrontación histórica y social.
El sistema ha CORPORIZADO un proyecto y el campo popular se encuentra en la necesidad estratégica de conciliar sus intereses resolviendo su fragmentación no en la discusión política sino en el debate ideológico.
t recordamos Fernando, Gustavo, Tucho, Soares, no desde el ejercicio memorioso sino desde la práctica político social sobre la cual no fuimos ni somos ni seremos complacientes. Los recordamos y en ustedes a todos los compañeros cuya historia personal y colectiva atraviesa el tiempo pasado y se mantiene vigente en la conducta cotidiana de quienes conservan el espíritu de solidaridad y sensibilidad social.
Una vez más y como siempre HASTA LA VICTORIA

AGRUPACIÓN RODOLFO WALSH

Mar del Plata - 7 de Septiembre de 2013

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